HISTORIA DE LA VIRGEN GUADALUPANA
¿Sabías que el 12 de diciembre se celebra el día de la Virgen de Guadalupe?. Para celebrarlo os proponemos hacer esta reflexión en modo contemplativo, mirando el cuadro de la Virgen de Guadalupe.
1- EL NOMBRE
"Guadalupe" es la traducción del náhuatl al español de las palabras usadas por la Virgen durante su aparición a Juan Bernardino, el tío enfermo de Juan Diego. Se cree que nuestra Señora usó el término azteca (náhuatl) de coatlaxopuh, que se pronuncia “quatlasupe” y que suena muy parecido a la palabra en español Guadalupe (que los primeros españoles que llegaron aquí conocían porque allí hay un santuario de la Virgen de Guadalupe, sin ningún parecido por supuesto). La palabra Guadalupe significa en el idioma indígena la que "aplasta la cabeza a la serpiente". Coa significa serpiente, tla el artículo la, mientras que xopeub significa aplastar. Así nuestra Señora se debió haber referido a Ella misma como “la que aplasta la serpiente”, que simboliza el mal.
Es justo el protoevangelio en Génesis 3:15. María, vencedora del maligno. La imagen es una pintura tal y como la detalla Apocalipsis 12:"apareció en el cielo una señal Grande, una mujer envuelta en el Sol, con la luna debajo de sus pies"
LA HISTORIA QUE ESCONDE SU NOMBRE
Un hermoso sábado de diciembre Juan Diego caminaba cerca del cerro Tepeyac; amanecía, y el silencio le daba un aroma especial a tan bello paisaje. Suavemente, y como un canto de serenos pájaros comenzaron a oírse algunas voces. Aquel sonido lejano, iba y venía dejando un tanto confuso al pobre Juan Diego, miraba hacia abajo, hacia arriba, buscando quizás en el cielo al dueño de tan preciosa melodía.
De repente, se hizo un silencio y desde lo alto del cerrito decían: “¡Juanito, Juan Dieguito!”. Sin ningún temor comenzó a trepar para llegar a la cumbre y descubrir quién lo llamaba. Cuando por fin llegó, vio a una Señora de pie resplandeciente como el sol; su luz se reflejaba en todos lados, y hasta las espinas brillaban como oro.
Ella le dijo: “Juanito, el más pequeño de mis hijos ¿sabes quién soy yo?”, no -dijo Juanito- con los ojos atentos y esperando saber más de aquella Señora, “Soy la Virgen María, Madre de Dios y deseo que aquí se construya un Templo, para dar todo mi amor y remediar las penas y dolores”, ¿y cómo podré yo construirte un templo, Señora y niña mía?, si apenas tengo lo necesario para mi pobre casa –contestó triste.
“Ve al palacio del Obispo de México y cuéntale mi deseo, dile que me has visto y oído”.
Reflexión:
“Juanito, Juan Diegotzin” es lo primero que pronuncia Santa María de Guadalupe, el nombre cristiano del indígena, y lo pronuncia en diminutivo, expresión de ternura, de amor y de dignidad; de esta manera Santa María de Guadalupe ha pronunciado el nombre de bautizo del humilde laico y le confirma en su dignidad.
La luz de Dios, por medio de Santa María de Guadalupe, ilumina nuestro camino, poco a poco el amor de Dios nos quema y nos invade purificándonos. Hoy recordamos nuestro bautismo con agua y Espíritu Santo. Un bautismo que nos hace verdaderos hijos de Dios. Santa María de Guadalupe nos llama precisamente con el nombre que nos dieron en el Bautismo lleno de dignidad, ternura y amor; somos hijos de Dios, somos católicos, y tenemos una misión: el tener en nuestro ser a Dios para colaborar con Él y construir un mundo lleno de armonía y fraternidad, un mundo colmado de justicia y de paz.
2- EL ROSTRO
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no había mestizos de esa edad en México. María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores. Los misioneros tenían poco éxito a pesar de su intensa labor, en gran parte por el mal ejemplo de muchos que llamándose cristianos, abusaban de ellos. Pero la Virgen de Guadalupe se presenta como mujer nativa y les enseñó que el regalo de la fe es para todos sin distinción. La imagen es toda una catequesis. Resultado: En los 7 años después de las apariciones 8 millones de nativos se convirtieron a la fe católica. Esto representa un promedio de 3000 conversiones diarias.
LA HISTORIA QUE ESCONDE SU ROSTRO
Juan Diego fue corriendo y llegó a la Ciudad ansioso por contarle al Obispo el gran suceso, quien al oír el relato, no creyó ni una sola palabra. Muy triste, Juan Diego volvió a la cumbre del cerro y parado frente a la Señora del Cielo dijo: Señora y niña mía, hice lo que me pediste y el Obispo no creyó mis palabras –y seguía diciendo mientras se entristecía aún más su rostro- quizás sería mejor que alguien más importante y respetado sea el que lleve tu mensaje para que le crean; yo soy solo un pobre hombrecillo. Y Ella le respondió: “quiero que seas tú, vuelve mañana a ver al Obispo, y hazle saber nuevamente mi voluntad y recuérdale que yo en persona, la Siempre Virgen Santa María, Madre de Dios te envía”. Luego Juan Diego regresó a su casa a descansar, pues había sido un día muy largo y agotador.
Al día siguiente Juan Diego se levantó muy temprano y se dirigió a ver al Obispo. Antes estuvo en la Misa y pacientemente esperó a que la gente se volviera hacia sus casas para poder hablar con él. Así fue que Juan Diego comenzó la conversación arrodillándose frente al Obispo -estaba triste y lloraba-, quería que de una vez por todas le creyera su mensaje y la voluntad de la Inmaculada Virgen de construirle un Templo en aquel cerro. Entonces el Obispo le respondió: Querido Juan Diego, de la única forma que creeré tu relato, es si me traes una señal. Algo que me demuestre que te envía la mismísima Señora del Cielo.
Si eso es lo que tú quieres, así será, iré y se lo pediré a ella misma. Juan Diego emprendió el camino de regreso, sin darse cuenta que algunos hombres lo perseguían, pero al llegar al puente cercano al cerro Tepeyac, lo perdieron de vista, de manera casi mágica Juan Diego desapareció, y los hombres desorientados volvieron para contarle al Obispo semejante misterio. Estaban tan enojados que juraron castigarlo con firmeza si volvía a aparecer con aquellos engaños. Entre tanto, Juan Diego estaba en el cerro con la Santísima Virgen, le contaba lo que había ocurrido y el deseo del Obispo. La Virgen le respondió: “vuelve mañana, y le llevarás al Obispo la señal que te ha pedido”, y mirándolo con ternura siguió diciendo: “Sé los esfuerzos que has hecho por mí, pero descuida, te compensaré por tu buena voluntad y empeño. Ahora ve, descansa, y nos veremos mañana”.
Reflexión:
Santa María de Guadalupe es el Arca Viviente de la Alianza, Ella nos trae a Jesucristo. En el primer diálogo que Santa María de Guadalupe tiene con Juan Diego, laico indígena, Ella se presenta diciéndole: “Yo tengo el honor y la dicha de ser la Madre del Dador de vida, por quien se vive”, “el Dueño del cielo y de la tierra”. Y este Dios es un Dios tan cercano que por ello viene a encontrarse con nosotros, por medio de su Madre.
Y es Ella quien nos pide se construya una “casita sagrada” en nuestro corazón.
3- LA CINTA NEGRA
Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de éste y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. La Virgen tiene una cinta en el vientre, está "encinta" o embarazada" para indicar que Dios quería que Jesús naciera en América, en el corazón de cada americano. Uno de los médicos que analizó la tilma colocó su estetoscopio debajo de la cinta que María posee (señal de que está encinta) y escuchó latidos que rítmicamente se repiten a 115 pulsaciones por minuto, igual que un bebé en el vientre materno.
LA HISTORIA QUE ESCONDE LA CINTA NEGRA
Al día siguiente Juan Diego no pudo ir al cerro como había prometido, su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo -y como buen sobrino- se ocupó de cuidarlo y llevarlo al médico, pero la salud de su tío no mejoraba, estaba cada vez peor, casi al borde de la muerte. Al día siguiente Juan Diego salió muy temprano de su casa en busca de un Sacerdote que acompañara a su tío en las últimas horas. Emprendió el camino de siempre, evitando pasar cerca de donde se había encontrado con la Virgen, pues llevaba prisa y no quería detenerse. Sin embargo, con sorpresa la vio salir a su encuentro diciendo: “¿Cómo estás hijo mío, el más pequeño, a donde vas tan apurado?”. Inclinándose delante de ella le respondió: es que mi tío está muy enfermo y está por morir. Voy a buscar un Sacerdote que lo acompañe en sus últimas horas y pronto regresaré a llevar tu señal al Obispo. Ella respondió: “No te asustes hijo mío, el más pequeño; no tengas miedo, no te angusties”, y siguió diciendo con dulzura: “Yo estoy aquí para cuidarte y protegerte. Tu tío no morirá, ya sanó”.
Reflexión:
Es el “sí” de Juan Diego. Juan Diego había buscado alguien que pudiera ayudar a su tío, alguien que pudiera darle la salud o mitigar su dolor. El sufrimiento del tío repercute en Juan Diego, quien de igual forma sufre, se siente impotente ante una adversidad que lo sobrepasa. Juan Diego fue a toda prisa por un sacerdote para que preparase a su tío a bien morir; y cuando llegó cerca del Tepeyac, se acordó que un día antes debió haber estado aquí para llevarle la señal prometida al obispo; pero ahora tenía prisa, así que torció el camino, no sigue derecho, sino que le da la vuelta al cerro para no encontrarse con María, la Niña del Cielo, no podía perder tiempo, necesitaba urgentemente un sacerdote. Es en ese momento lleno de dolor, de desconcierto, de fatalismo es donde Santa María de Guadalupe le dice las palabras más hermosas y que ahora son dirigidas también a nuestro corazón: “No tengas miedo, ¿Acaso no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Acaso tienes necesidad de alguna otra cosa?” (Nican Mopohua, v. 119) Y le asegura que su tío ya está bien, ya sanó, y Juan Diego lo cree, Juan Diego tiene fe en las palabras que salen de la boca de María y lleno de esperanza le pide le conceda la gracia de enviarlo al obispo con la señal prometida, Juan Diego le confirma su fe. Este es el “sí” de Juan Diego, es la confirmación de poner toda su vida en las manos de Dios por medio de María.
4- EL MANTO
El manto azul salpicado de estrellas es la "Tilma de Turquesa “con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. A la Virgen de Guadalupe se la llama emperatriz de América.
La temperatura de la fibra de maguey con que está construida la tilma mantiene una temperatura constante de 36.6 grados, la misma que el cuerpo de una persona viva. No se ha descubierto ningún rastro de pintura en la tela. De hecho, a una distancia de 10 centímetros de la imagen, sólo se ve la tela de maguey en crudo: los colores desaparecen. Estudios científicos no logran descubrir el origen de la coloración que forma la imagen, ni la forma en que la misma fue pintada. No se detectan rastros de pinceladas ni de otra técnica de pintura conocida. Los científicos de la NASA afirmaron que el material que origina los colores no es ninguno de los elementos conocidos en la tierra. La fibra de maguey que constituye la tela de la imagen, no puede perdurar más que 20 o 30 años. Hace varios siglos se pintó una réplica de la imagen en una tela de fibra de maguey similar, y la misma se desintegró después de varias décadas. Mientras tanto, a casi 500 años del milagro, la imagen de María sigue tan firme como el primer día. La ciencia no se explica el origen de la incorruptibilidad de la tela. Se ha hecho pasar un rayo láser en forma lateral sobre la tela, detectándose que la coloración de la misma no está ni en el anverso ni en el reverso, sino que los colores flotan a una distancia de tres décimas de milímetro sobre el tejido, sin tocarlo. Los colores flotan en el aire, sobre la superficie de la tilma.
LA HISTORIA QUE ESCONDE EL MANTO:
Fue ahí que Juan Diego comprendió lo que había hecho la Virgen del Cielo ¡había curado a su tío!, ya más aliviado suspiró profundo y le dijo: entonces estoy listo para llevar tu señal al Obispo. Así fue que la Virgen le pidió que trepara hacia la cumbre del cerro y ahí mismo –donde la viera por primera vez- corte diferentes flores y se las lleve. Con asombro descubrió Juan Diego que la cumbre estaba llena de rosas, el perfume flotaba en el aire y las pequeñas gotas de rocío de sus pétalos, las hacían brillar como diamantes. Tomó todas cuantas pudo entre sus brazos y descendió para encontrarse con la Virgen y entregarle las flores. La Señora del Cielo las tomó y luego dijo: “hijo mío, el más pequeño, ve ante el Obispo y dile que vuelves para que se haga mi voluntad, y sólo cuando estés frente a él, despliega tu manta con las flores y muéstrale lo que llevas. Dile que yo te mandé a cortarlas en la cumbre de aquel cerro”.
5 - LA LUNA NEGRA
Su pie está apoyado sobre una luna negra, (Símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila. También en el escudo concepcionista está la luna, símbolo del tiempo y de la fecundidad femenina, situada “bajo sus pies” es signo de la unión de maternidad y virginidad, y de su victoria sobre el tiempo y vicisitudes terrenas.
LA HISTORIA QUE ESCONDE LA LUNA NEGRA
Así fue como Juan Diego se puso en camino hacia el palacio del Obispo, mientras disfrutaba del aroma que emanaban las rosas apretadas contra su regazo. Al llegar al palacio del Obispo, pidió nuevamente hablar con él, pero el mayordomo y los otros criados no lo dejaron entrar; rogó y rogó pero no tuvo suerte. Se quedó parado aguardando que lo llamen al menos por curiosidad, por ver lo que llevaba en su regazo. Los criados intrigados, espiaron entre los pliegos de la manta, y desconcertados vieron esas hermosas flores que -cuando quisieron tocar- se desvanecieron. Corrieron a contarle al Obispo lo que habían visto y enseguida comprendió que se trataba de una prueba e inmediatamente lo mandó a buscar.
Juan Diego entró y humildemente se arrodilló para contar nuevamente lo que había vivido y transmitirles el mensaje de la Virgen; continuó diciendo: Señor, hice lo que me pidió. Pedí a la Señora del Cielo, Santa María Madre de Dios, una señal para que me crean y por fin le construyan el Templo donde ella lo pidió. Pacientemente escucharon su relato mientras seguía: Ella me dijo que le entregara estas hermosas flores, pues bien, aquí están. Y desplegó la manta de un solo movimiento; las flores se esparcieron por el suelo y de repente se dibujó en la manta la imagen de la preciosa Virgen Santa María de Guadalupe.
Reflexión:
Entre los indígenas la tilma es una prenda muy importante. La Virgen de Guadalupe cuando plasma su imagen en la tilma de Juan Diego, Ella, con su propia imagen, sus dibujos y sus colores, dignifica la tilma del macehual ennobleciéndola; Ella, al plasmarse en la tilma del indígena manifiesta su protección y su cuidado. Ella hace un verdadero encuentro con el pueblo, ya que al plasmar su imagen en la tilma Ella anuda su vida, se entrega plenamente en el alma y en el ser del enamorado pueblo sencillo y humilde representado por Juan Diego.
6 - LOS OJOS
Estudios oftalmológicos realizados a los ojos de María han detectado que al acercarles luz, la retina se contrae y al retirar la luz, se vuelve a dilatar, exactamente como ocurre en un ojo vivo. La ciencia descubrió que los ojos de María poseen los tres efectos de refracción de la imagen de un ojo humano. En los ojos de María (de tan sólo 7 y 8 mm) se descubrieron diminutas imágenes humanas, que ningún artista podría pintar. Son dos escenas y las dos se repiten en ambos ojos. La imagen del obispo Zumárraga en los ojos de María fue agrandada mediante tecnología digital, revelando que en sus ojos está retratada la imagen del indio Juan Diego, abriendo su tilma frente al obispo. ¿El tamaño de ésta imagen? Una cuarta parte de un millonésimo de milímetro. Es radicalmente imposible que en un espacio tan pequeño, como la córnea de un ojo situado en una imagen de tamaño natural, aún el más experto miniaturista lograra pintar todas esas imágenes que ha sido necesario ampliar dos mil veces para poderlas advertir.
LA HISTORIA QUE ESCONDEN LOS OJOS
El Obispo se arrodilló, lloró de la emoción y también le pidió perdón por no haberle creído a aquel hombre que envió para traer su mandato. Tomó la manta que Juan Diego llevaba atada a su cuello, y rápidamente la llevó para que pueda ser admirada por todos, y dirigiéndose a Juan Diego dijo: muy bien, muéstrame pues, donde es la voluntad de la Señora del Cielo que le construyan su Templo. Llegaron hasta el cerro y Juan Diego les mostró el precioso lugar donde la Virgen le dijera que quería su Templo. Con gran prisa Juan Diego se despidió de todos, y les explicó que debía correr a su casa para ver cómo estaba su tío Juan Bernardino. De todos modos quisieron acompañarlo y grande fue la sorpresa al llegar y verlo contento y sin ningún dolor. Ahí fue cuando Juan Bernardino le contó a su sobrino que la mismísima Virgen del Cielo había estado ahí, y lo había sanado. El Obispo invitó a Juan Diego y a su tío a pasar unos días con él, mientras se construía el hermoso Templo de la Virgen de Guadalupe en el cerro Tepeyac. Además, ordenó a trasladar la Santa imagen de la amada Virgen de Guadalupe a la Iglesia mayor, para que toda la gente pudiera verla y admirarla. Aquella imagen perduró durante muchísimos años, y hoy, sigue siendo un Milagro Divino que la Virgen nos regaló para que siempre la recordemos y amemos.
7- LOS RAYOS DE SOL
Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ella es su aurora del sol que es Cristo. También está el sol en el escudo concepcionista: El sol hace referencia a la Mujer del Apocalipsis 12, “Vestida de sol, con la luna bajo sus pies”, (Ap.12, 1) representa la santidad de Dios que envuelve a María y la hace “llena de Gracia”, esto es envuelta por la Divinidad, vestida de Salvación, Inmaculada, “toda santa”.
LA HISTORIA QUE ESCONDEN LOS RAYOS DE SOL
Todos contemplaron con asombro la Sagrada Imagen y escuchaban llenos de emoción el relato de cómo la Madre de Dios se había aparecido y cada uno de los signos de su maravillosa Imagen. Así se inició una de las conversiones más impactantes y maravillosas, sin precedentes en la historia de la Iglesia universal; en cerca de ocho años se convirtieron aproximadamente nueve millones de personas. En un corazón humilde y arrepentido se forma el auténtico hogar de Dios; como lo expresa el Papa Benedicto XVI cuando presenta la conversión del hijo pródigo: “Camina hacia la verdad de su existencia, «a casa».
Este es el verdadero fruto del encuentro de Dios, por medio de Santa María de Guadalupe: una verdadera conversión desde lo más profundo del corazón; que no sólo se dio en aquel siglo XVI, sino que sigue siendo constante hasta nuestros días. Poner a Jesucristo en el centro de la existencia nos dispone a actuar como verdadera familia unido al prójimo. Esta es la verdadera libertad para construir esta patria, esta nación, para saber edificar este pueblo de gente humilde que sabe abrir su corazón para ser libre dando su vida por los demás siguiendo a su Señor y Salvador, para que con su poder sepamos perdonar y, de esta manera, ser libres.
Tanto la Imagen de Santa María de Guadalupe impresa en la humilde tilma de Juan Diego, como la narración que expresó con todas sus particularidades, manifiestan un verdadero encuentro con ese único Dios, vivo y verdadero, que tocó el corazón de todos, tanto de indígenas como de europeos.
8- LAS ESTRELLAS DE LA IZQUIERDA
Las estrellas visibles en el Manto de María reflejan la exacta configuración y posición que el cielo de México presentaba en el día en que se produjo el milagro. En el lado izquierdo del manto de la Virgen (a nuestra derecha porque la vemos de frente) se encuentran “comprimidas” las constelaciones del sur: Cuatro estrellas que forman parte de la constelación de Ofiuco (Ophiucus). Abajo se observa Libra y a la derecha, la que parece una punta de flecha corresponde al inicio de Escorpión (Scorpius). Intermedias con la porción inferior, se pueden señalar dos de la constelación de Lobo (Lupus) y el extremo de Hidra (Hydra).
Hacia abajo se evidencia la Cruz del Sur (Crux) sin ninguna duda, y a su izquierda aparece el cuadrado ligeramente inclinado de la constelación de Centauro (Centaurus)
LA HISTORIA QUE ESCONDEN LAS ESTRELLAS DE LA IZQUIERDA
La Doncella de Nazaret, la Morenita del Tepeyac, es la Madre de Dios y Madre nuestra y desde que tomó nuestra sangre y nuestro color, tomó nuestra identidad y nuestra persona, nuestra historia y nuestra alma, dándonos a su Hijo, Jesucristo, Señor de la vida y de la verdadera libertad. Ella es la primera discípula y misionera del Amor de Dios, y quien supo poner en todo corazón a su amado Hijo.
El pensador de origen chileno P. Joaquín Alliende dice: “Como pedagogía divina, la Encarnación se prolonga decisivamente en la vinculación del lugar, porque es tangible, porque la maternidad de la tierra no se puede olvidar. En Guadalupe, esa maternidad tangible es la manta de Juan Diego, la «tilma» donde el cielo pinta la imagen mestiza de María, y es la «Casita», el templo del Tepeyac que la Santísima Virgen exigió como cofre del nuevo icono que ella regalaba. La maternidad del Tepeyac establece la casa de encuentro de los pueblos mestizos en el ayer, en el hoy y en el mañana de América Latina y el Caribe.
9- LAS ESTRELLAS DE LA DERECHA
En el lado derecho del manto de la Virgen se muestran las constelaciones del norte: En el hombro, un fragmento de las estrellas de la constelación de Boyero (Bootes), hacia abajo a la Izquierda le sigue la constelación de la Osa Mayor (Ursa Maior) en forma de una sartén. La rodean: a la derecha arriba, la cabellera de Berenice (Coma Berenices), a la derecha abajo, Lebreles (Canes Venatici), a la izquierda Thuban, que es la estrella más brillante de la constelación de Dragón (Draco). Por debajo de dos estrellas (que todavía forman parte de la Osa Mayor), se percibe otro par de estrellas de la constelación del Cochero (Auriga) y al oeste, hacia abajo, tres estrellas de Tauro (Taurus). De esta manera, quedan identificadas en su totalidad y en su sitio, un poco comprimidas, las 46 estrellas más brillantes que rodean el horizonte del Valle de México.
LA HISTORIA QUE ESCONDEN LAS ESTRELLAS DE LA DERECHA
Así como San Juan Diego se presentó al obispo Zumárraga en 1531 para hablarle del mensaje y del cariño de la morenita, del mismo modo este día 12 de diciembre cada uno de los mexicanos se presenta en las Iglesias para ponerse bajo el manto estrellado y amoroso de su madrecita del Tepeyac.
La fiesta del 12 de diciembre es una celebración que expresa alegría y gratitud. Son muchas las personas que hoy se acercan a una imagen mariana para felicitarle. Los adultos y los jóvenes le dicen: gracias virgencita. Mientras que los niños con esa gran sencillez que les caracteriza le susurran: gracias mamita. Esta es la manera de cómo el pueblo mexicano se dirige hoy hacia su patrona y reina. Las calles se visten de gala y en la ciudad se percibe un aroma de rosas. Una vez más se vuelve a escuchar en el corazón de cada mexicano aquellas dulces y tiernas palabras que quedarán grabadas por la eternidad: "¿No estoy yo aquí que soy tu madre?