Madre María Isabel Moraza, Superiora General Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, a todas las hermanas de la Congregación:
Muchas felicidades en este día que se prolonga ocho más y hasta cincuenta. Muchas felicidades porque Cristo vive y nos regala su vida; no la guarda, la recibe del Padre y la entrega en la Iglesia a través de la Palabra, del sacramento, de la hermana, de los acontecimientos, de… Cristo vive y de esta honda verdad vivimos.
Hoy quiero releer con vosotras dos párrafos de la exhortación postsinodal “Cristo vive”. Marcan horizonte para cada una y para la mirada a proyectar en la misión concepcionista.
“Revestirse de juventud es tener entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándose unos a otros y perdonándose mutuamente (Col 3,12-13; esto significa que la verdadera juventud es tener un corazón capaz de amar. Lo que avejenta el alma es todo lo que nos separa de los demás”. CV 13
Queridas hermanas, ¡cuánto valoramos los frutos del Espíritu! ¡Cuánto apreciamos vivir con hermanas que los reflejan con nitidez! ¡Cuánta paz dejan en nuestro corazón cada día que los encarnamos! Valen más que el oro … Y este es nuestro pan cotidiano, el que pedimos al rezar el padrenuestro tantas veces al día, alimentarnos de los frutos del Espíritu.
Nos hemos ejercitado durante la cuaresma a esta invitación secreta que el Espíritu ha susurrado a menudo; la llamada a la juventud que nos propone el Santo Padre:
Cristo vive y nos quiere vivas.
También a ti y a mi, a cada miembro de la comunidad, de nuestras familias, de los que encontramos en la misión apostólica y de todos aquellos hermanos repartidos por el mundo; formamos familia universal, unida misteriosamente.
¡Muchas felicidades por compartir la vida verdadera!
Hay muchas enseñanzas en la exhortación. Pero hoy quisiera releer también esta que me parece buena para el tiempo pascual, porque llena los corazones de esperanza.
“Quien ha sido llamado a ser guía de los jóvenes… tiene la capacidad de encontrar caminos donde otros ven solo murallas, la habilidad de reconocer posibilidades donde otros ven solamente peligros. Así es la mirada de Dios Padre, capaz de valorar y alimentar las semillas de bien sembradas en los corazones de los jóvenes. El corazón de los jóvenes ha de ser considerado ‘tierra sagrada’ portador de semillas de vida divina, ante quien debemos descalzarnos para acercarnos y profundizar en el Misterio”. CV 67
Perlas preciosas de gran valor, los que reciben nuestra misión evangelizadora, y aquellos con quienes la compartimos, extendiendo nuestras fuerzas, alargando nuestros brazos... Sta Carmen Sallés lo vivía al decir ‘lo que Dios más ama en el mundo’, y cuando ‘se sentían ellos tratados como personas’, hijos de Dios. Nosotras, sus hijas, seguimos sus huellas aprendiendo día tras día, en el hoy de la sociedad, de cada rincón de la tierra, en sus desafíos y cuestionamientos, a menudo complejos.
Siempre hay semillas de bien.
El misterio redentor que celebramos ha abierto un camino de vida, haciéndonos pasar de ‘enemigos de Dios’ a ‘hijas’, herederas de los bienes del Padre. Estos bienes del Padre son ‘las semillas del bien’, los frutos del Espíritu, dice el Papa Francisco.
Esto hemos de buscar con ahínco, con cariño, con decisión: las semillas de bien sembradas en los jóvenes y menos jóvenes. Muchas veces, por nuestro aprecio y valoración, crecerán fortalecidas, serán más frecuentemente elegidas por ellos, querrán así mejorar el mundo. Sin duda será un mensaje trasversal, que luchará a contracorriente de ‘lo fácil, lo cómodo, lo egoísta, lo consumista’. Nuestra mirada, valoración, palabra o consejo serán las del Padre, que previamente sembró en cada uno ‘su propia imagen’, y su deseo de recibirle como hijo, y ver en él, la imagen de Jesús.
Cristo vive y te quiere viva.
Hoy, en este día de resurrección, iluminadas por la luz que brota de este gran misterio: la muerte y resurrección de Cristo, por puro amor.
Madre María Isabel Moraza, Superiora General Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza.